Los accesos o entradas naturales de las Cuevas de l’Espluga se ubican en el Barrio de la Font Major, una zona situada en el sector noroeste del municipio de l’Espluga, en la que se conocen datos y vestigios que abarcan un amplio espectro cronológico. En este sentido, debemos destacar que, en función de las múltiples evidencias documentadas, las Cuevas de l’Espluga habrían sido ocupadas y/o frecuentadas de forma ininterrumpida desde el Paleolítico Medio hasta la actualidad.
En la cueva de la Font Major, debemos destacar esencialmente las intervenciones arqueológicas efectuadas por parte de Salvador Vilaseca en la década de 1960. La Cueva de la Font Major, inmediatamente después de su descubrimiento en 1957, sufrió una serie de agresiones que la estropearon irreversiblemente como yacimiento arqueológico. Sin embargo, Salvador Vilaseca, en puntuales intervenciones llevadas a cabo en los años 60, recupera una parte del registro arqueológico, lo que sirvió para poner en evidencia la importancia de este yacimiento en relación con diversos usos u ocupaciones:
- Por un lado, el yacimiento documentado en la Sala del Lago (Sala P), que incluye materiales cerámicos datables en el bronce final-primer hierro y en el período ibérico. Unos hallazgos que responden seguramente a la práctica de actividades rituales relacionadas con las aguas y el nacimiento del río subterráneo.
- La localización de un escondite de objetos de bronce localizado en el lado E-SE de la Sala de la Mamella, a unos 50 m. de la entrada.
- La excavación de los testigos residuales que quedaron enganchados a las paredes de la cueva (E-SE y O-NO) tras el vaciado sistemático e incontrolado de los sedimentos de la entrada de la cueva, que entregaron múltiples restos de época neolítica.
Por otro lado, hay que tener también en cuenta que en 1993, en el marco de los trabajos de acondicionamiento de la cavidad relacionados con la musealización de la misma, a unos cien metros de la entrada de la cavidad, aparecieron restos de fauna pertenecientes a las especies Dicerorhinus mercki, Equus caballus, Crocuta spelea y Cervus elaphus (tres piezas dentarias de rinoceronte, piezas dentarias de caballo, dos piezas dentarias de hiena, varias piezas dentarias y fragmentos de cuerno de ciervo). Esta asociación faunística se atribuyó cronológicamente al Pleistoceno medio o inicios del Pleistoceno superior. También se recogieron restos de cuarzo, que se interpretaron como una posible aportación antrópica (Genera 1995).
En cuanto a la Cueva de la Vila, lo cierto es que a nivel arqueológico conocemos algunos datos referentes al período medieval. De hecho, en las excavaciones efectuadas en 1999 en el interior de la Cueva de la Villa, se documentó la existencia de un muro medieval asociado a un pavimento de cal ya una chimenea que confirman el uso de la cueva como espacio doméstico. Entre el conjunto de materiales recuperados en los niveles de uso asociados al pavimento en cuestión, destaca el hallazgo de una hebilla de cinturón datable en los siglos XIII-XIV. Además, en el caso de la Cueva de la Vila, se observa también la presencia de muros de cierre en las dos entradas, unos paramentos que por su tipología parecen construidos claramente en época medieval; por un lado, una gruesa pared adosada a la entrada principal, y por otro, dos muros de cierre que se conservan en la entrada norte. Por tanto, todo parece indicar que la Cueva de la Villa, habría sido utilizado como lugar de cobijo y refugio durante el período visigótico, musulmán y probablemente también durante la etapa de repoblación de la zona durante los siglos XI-XII.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que todo el área que se extiende desde el cauce del río Milans-Francolí hasta la zona ocupada actualmente por las C/ Almendros, C/ Castell, C/ Bellavista, C/ Templaris y C/ Capuig, es una de las que ha proporcionado más datos referentes a la ocupación de época tardo-antigua y medieval. De hecho, el propio nombre de Spelunca, que los repobladores identificaron con el lugar a partir de mediados del siglo XI, parece revelar el tipo de población existente durante la alta edad media justo en esta zona. En este sentido, se ha planteado que el conjunto de grutas existentes bajo los riscos del castillo (calle dels Ametllers), la desaparecida cueva de Els Escanyats, así como la propia Cueva de la Vila, se hubieran convertido en espacios reocupados como lugares de hábitat en la etapa previa a la reconquista (Carreras 2002).
En 2011, bajo la dirección de Marta Fontanals Torroja (URV-IPHES) se realizó una intervención arqueológica preventiva en la que se excavó parte del depósito sedimentario existente entre la boca de la cueva de la Font Major y la boca anexa de la cueva de la Villa. El motivo fue la creación de un paso para conectar las dos cavidades, aisladas de antiguo por un derrumbe y la posterior acumulación de sedimentos. . Se excavaron casi dos metros de potencia del depósito sedimentario, destacando la aparición de niveles del neolítico antiguo con abundantes restos faunísticos y de cultura material, y de un nivel de base con industria lítica que, con dudas, podía atribuirse al paleolítico superior
La constatación de que, como mínimo, en la zona de la boca de la cueva de la Font Major se conservaba una parte del depósito sedimentario con restos de ocupaciones neolíticas y, posiblemente, del paleolítico superior hizo que desde el IPHES se recuperara el interés por el yacimiento. Así, en 2018, y como consecuencia de las excelentes perspectivas en la identificación de prácticas ganaderas prehistóricas, que ofrecían los primeros análisis de isótopos estables realizados sobre muestras de fauna doméstica procedentes de los niveles del neolítico antiguo excavados en 2011, se decidió incorporar el yacimiento al proyecto de investigación del IPHES “Evolución paleoambiental y poblamiento prehistórico en las cuencas de los ríos Francolí, Gaià, Siurana y rieras del Camp de Tarragona (2018-2021)”. Este proyecto forma parte de los proyectos de investigación cuatrienales en materia de arqueología del Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña, y es el investigador principal Josep Maria Vergès Bosch. En el marco de este proyecto, el IPHES incorporó el grupo GRESEPIA de la Universidad Rovira i Virgili para colaborar en el estudio de los niveles protohistóricos, especialmente los documentados por Salvador Vilaseca en la sala del Lago, la que este investigador llamaba Sala P. La primera intervención en el marco del proyecto de investigación del IPHES se llevó a cabo entre el 14 de octubre y el 8 de noviembre de 2019, bajo la dirección técnica de Josep Maria Vergès Bosch y Carlos Tornero Dacasa. Durante esta campaña se realizaron dos calas, una de 2 x 1 metros en el acceso de la cueva de la Vila, contiguo a la boca de la cueva de la Font Major, cubierto con una bóveda de ladrillos, a la que llamaremos S1, y otra de 1 x 1 metros en la esquina de la zona de “el encuentro”, también en la cueva de la Vila, donde antiguamente estaba la recreación de una excavación arqueológica, llamada S2. La cala S1 se amplió posteriormente hasta alcanzar una superficie de 3 x 1,5 metros.
En paralelo, y en el marco del mismo proyecto se realizó una intervención en la sala del Lago, del 21 al 31 de octubre de 2019 bajo la dirección de Ivan Cots Serret. El descubrimiento fortuito, en el transcurso de esta la campaña, de un conjunto de grabados paleolíticos en la zona de las gatoneras de cal Palletes, realizada por Josep Maria Vergès Bosch, desató una serie de nuevas intervenciones no previstas en el proyecto inicial.
Así, del 11 al 18 de diciembre de 2019 se realizaron prospecciones en la cueva de la Font Major y en la cueva del Castillo encaminadas a contrastar si existían otras zonas con grabados prehistóricos, que fuera necesario proteger.
En tres períodos, del 7 de enero al 28 de febrero de 2020, del 4 de marzo al 1 de mayo de 2020, este interrumpido por el confinamiento y restricciones de movilidad derivadas de la pandemia de la Covid-19, y del 17 de junio al 4 de septiembre de 2020, se realizó la documentación y catalogación de los grabados localizados en las gatoneras del Palletes, y una cala en la galería más cercana a la sala del Lago, destinada a documentar la estratigrafía y extraer muestras por dataciones. La dirección de las prospecciones y de estas intervenciones corrió a cargo de Josep Maria Vergès Bosch